10 nov 2008

TUPAC AMARU ...Vive, vuelve y vencerá!

«Ya no tengo paciencia para soportar todo esto»
Micaela Bastidas.


Noviembre, mes en que la gesta emancipadora tupacamarista iniciara la mas grande revolución de carácter continental del siglo XVIII, revive hoy en nuestra actual coyuntura, con los problemas de 3 siglos atrás que aún se mantienen vigentes, cambiando solo de apariencia y de patrón, ya que el hambre, la miseria y la explotación es tema de todos los días, y ni que decir de la extracción de nuestras riquezas minerales y naturales que van a parar a los bolsillos de los capitalistas y las empresas transnacionales del imperialismo. Hoy como siglos atrás, los pueblos comprenden que solo con la unidad de los pueblos oprimidos lograremos hacerle freno a este sistema inmisericorde y su política neoliberal partiendo desde nuestras realidades concretas y avanzando hacia nuevos horizontes de libertad y solidaridad entre nuestros pueblos, así lo hizo José Gabriel Condorcanqui Noguera quien adoptara el nombre de Tupac Amaru II en honor al Inca Túpac Amaru I (decapitado dos siglos antes por rebelión) quien se sentía orgulloso de su herencia real, como líder y cacique local, sostuvo una continua batalla contra la despiadada explotación española de los pueblos indígenas del Perú. Cuando se sublevó en noviembre de 1780, miles de indios respondieron a su liderazgo por el carisma de su nombre, su antiguo rango y su mensaje de liberación. Apoyaron su causa y a través de toda el área, antiguamente bajo el poder del Imperio Inca, estallaron un sinnúmero de turbulentas rebeliones.

Como buen estratega político, Túpac Amaru, además de los pueblos indígenas que lo seguían, buscó enrolar también bajo su bandera a los criollos (peruanos de descendencia española), a la población mestiza de sangre española e india y a los negros y mulatos a quienes les prometió la abolición de la esclavitud. Su ataque fue dirigido a los corregidores, gobernadores provinciales del régimen colonial, que se distinguían por su avaricia, su corrupción y su despiadada explotación de la población indígena. Condenó el trabajo forzado en las minas y los obrajes (primitivas fábricas de textiles), impuesto por los españoles como tributo anual a la corona. No cabe la menor duda de que su objetivo final era la liberación del yugo español y la restauración del antiguo imperio Inca.

Después de extender la rebelión por antiguas zonas Incas, que abarcó territorios de Colombia, Venezuela, Ecuador, Chile, Bolivia y Argentina, además de Perú, traicionado y cercado por refuerzos españoles, el 6 de abril de 1781 lo capturaron. Guardó silencio bajo la tortura, incluso intentó desde prisión enviar ordenes a sus seguidores para reorganizar la lucha, y después fue obligado a ser testigo, en plena plaza pública de Cuzco, de los garrotes y la agonía que sufrieron su esposa y hábil aliada, Micaela Bastidas, y sus dos hijos. Finalmente lo ataron a cuatro caballos, quedando su cuerpo suspendido en el aire. Como los caballos no eran suficientes para partirlo en cuatro, lo decapitaron.

La rebelión de Túpac Amaru no terminó con la muerte del líder y su familia. Continuó encendiéndose en diferentes regiones andinas durante los próximos años. Su gesta fue la precursora indígena del movimiento independentista latinoamericano que finalmente liberó al continente de la corona española en los 1820. Proceso en el cual volvió a experimentarse el alma común del continente, a cuyo interior tanto pugnas y conflictos como la fraternidad y solidaridad se vivieron sin fronteras por todos los revolucionarios, en un único nacionalismo latinoamericano.

La independencia de Perú llevó a los descendientes criollos de los conquistadores españoles al poder, pero nada se hizo para mejorar la vida de los indígenas, de los mestizos, de los mulatos y de los inmigrantes asiáticos que formaban el grueso de la población peruana, esa población a la que J.M. Arguedas llamó de “todas las sangres”. Era una sociedad racista, de castas, gobernada por una elite blanca y aristocratizante, cuyo interés principal era mantener el status quo que prevalecía para su beneficio exclusivo.

En pleno siglo XXI, nosotros seguimos desarrollándonos en esta nueva etapa de la historia nacional y mundial, continuadores de la rebeldía tupacamarista y los cientos de revolucionarios que contribuyeron con sus luchas al proceso de emancipación y liberación de nuestros pueblos. Hoy estamos de pie y dignos no solo por haber resistido la más fuerte represión y persecución de los gobiernos antidemocráticos y serviles al imperialismo norteamericano, sino porque seguimos teniendo perspectiva revolucionaria. El ideal tupacamarista vive y lucha en cada militante que organiza, defiende y crea mejores condiciones para vivir en libertad. Nos proyectamos hoy en momentos en que en América latina las voces de rebeldía se multiplican en diversos tonos y matices y el monólogo neoliberal ha llegado a su final.

Pero nada es absolutamente nuevo. La originalidad absoluta es una pretensión pequeno burguesa decía nuestro amauta José Carlos Mariátegui. Estos “nuevos vientos” son el resultado del impulso indesmayable de personas que lo han dado todo y lo siguen dando para lograr una patria donde las personas vivan “dignamente en una patria libre”, hoy como ayer, ratificamos que nuestra lucha es para el poder por el pueblo y por el socialismo como única alternativa. Se equivoca el imperialismo y la derecha cuando considera que lo sucedido en Europa del Este es el fracaso histórico del socialismo, nada más falso. Lo que ha sucedido allí es el fracaso de un modelo de construcción del socialismo. En el Perú y América Latina el capitalismo y la democracia burguesa solamente han traído más hambre y miseria y eso lo conocemos perfectamente. Hablar de cambio es afirmar la revolución y el socialismo.

Nosotros somos opción de lucha por construir un orden alternativo, deseable y posible. Incluyente y sustentable. En relación de sujetos, legítimos y respetables, con derechos iguales a ser diferentes, reconocidos, no por un equilibrio o desequilibrio de fuerzas prepotentes, sino por una lógica humana de comunidad de destino como especie y hábitat, que deje por fin atrás la barbarie de esta “prehistoria” en la que el capitalismo no termina de saciar su acumulación excluyente y su sed de dominio. Esa es la esperanza que llevamos en la mano para entrar en el futuro.

Señalamos que al margen de la profundidad de los golpes recibidos hasta ahora como organización existe un espacio al cual jamás ha sido tocado por la represión y este es la voluntad de lucha, la tenacidad de la moral combativa tupacamarista, no hay derrota para quienes sostienen un proyecto revolucionario que hoy vive en cada joven militante, cuya mayor inspiración de persistencia y de fé indoblegable la tomamos de quienes jamás claudicaron estando en las mazmorras y las cárceles, muchos de ellos grandes luchadores sociales que ven pasar los años con la esperanza de una sociedad mas justa, mas democrática, mas solidaria, en palabras cortas… mas humana, ese es el sueño de todos y ha de llegar algún día. Nosotros decimos y juramos que así sera, así tendrá que ser, porque ahora retomamos el camino y no nos desviaremos del camino de la revolución y el socialismo.

Este será nuestro modesto aporte a la lucha de liberación continental en la que avanzamos codo a codo con cada hermano latinoamericano.


…Hasta la victoria siempre!

¡Tupac Amaru!
¡Vive, vuelve y vencera!

¡Patria Socialista o muerte!
¡Venceremos!

Ernesto Bravo Pariona
(militante del Partido “Patria Libre” – Perú)

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